Francisco la usura y
Bolivia
Mauricio
Aira
La usura es
un mal antiguo que continúa escondido como una serpiente que estrangula a sus
víctimas. Para evitar la usura se debe rescatar a las personas de la patología
de la deuda contraída sea para subsistir o para salvar la empresa o el negocio.
Sabias palabras de Francisco hace pocos días a un ente “Centros de Escucha”
para combatir la usura y que ha salvado de las garras de la deuda usurera, muchos
miles para recuperar la dignidad de haber sido expropiados. La usura en Bolivia es combatida por las Cooperativas
de Ahorro y Crédito que la quitaron de en medio.
Alcides
Pareja narra la historia del “misionero de la alegría” que era poco amigo de
hacer discursos y que se pasaba silbando, que fue obispo auxiliar en Santa Cruz
donde pasó los últimos 40 años de su existencia, se trata de Charles Brown
quién nacido estadounidense adquirió la bolivianidad para ejercer el bien. Conocí
al sacerdote Brown cuando llegó a Siglo XX, nos habló de la usura y de la forma
de combatirla creando asociaciones que por el esfuerzo propio y el ahorro
colectivo pudieran ofrecer intereses por debajo de los porcentajes usureros
para satisfacer las necesidades apremiantes de cada familia. Nos organizamos
entonces y resulté elegido presidente del consejo de Administración de la
Cooperativa Pio XII que pronto pasó de los 50 socios y de inmediato ofreció
dinero contante y sonante a sus entusiastas asociados.
De la orden
Maryknoll, Brown recorrió Bolivia fundando estas cooperativas, en un momento
llegaron a ser varias decenas, porque el entusiasmo cundió y la tarea floreció
en la rica geografía boliviana, sepultando la usura de intereses altos y
ofreciendo préstamos racionales, si bien bajo estrictas reglas de cumplimiento
y seriedad en la devolución del crédito para beneficiar al siguiente socio que
a su turno merecía el beneficio.
Las
primeras unidades se aparejaron con las parroquias donde encontraron el equipo
humano, el apoyo logístico y el prestigio de la Iglesia que solventó las
operaciones, así surgieron nombres: Hospicio, Santa Ana, Loyola, Nazareno, La
Merced, Agua y Castilla, San Roque, San Antonio que fueron centros para
combatir y derrotar a la usura, o sea precursores del centro que visitó a
Francisco que reclama una educación social basada en un estilo de vida sobria,
capaz de distinguir entre lo superfluo y lo necesario para no contraer deudas
para comprar cosas de las que se prescinde sin problema. Para no convertirse en
esclavo de las cosas, Francisco insiste en la virtud de la pobreza y el
sacrificio. En la vida no se puede tenerlo todo.
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