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jueves, 20 de septiembre de 2007

Mondragón después de la guerra civil

Pasada la guerra (1936-1939) Mondragón con sus 8.645 habitantes, más los de otros pueblos del Valle de Léniz podía llegar a 25 mil, y estuvo sometida a los rigores posbélicos, dividida social y políticamente entre franquistas y republicanos, la confrontación había sido honda, aún mas marcada entre vencedores y vencidos. La solidaridad pasaba por encima de odios y rencores, aún cuando muchas familias quedaron en la miseria por la muerte, la prisión o el exilio. Apenas se podía sobrevivir.

Los trabajadores y los nacionalistas estaban sometidos a mayor represión que les impedía emprender acciones que llevaran a mejorar las condiciones de vida, tenían que abjurar de sus ideas sociales o políticas si querían evitarse riesgos. En tales circunstancias llega José María la tarea de ser Consiliari de Juventud en la Parroquia, aquella realidad le condujo a encaminar sus esfuerzos para superar las dificultades hasta encontar formas prácticas de trabajo solidario, con iniciativas amparadas por la Iglesia aunque de tinte humanitario, no obstante que muchos consideraban a la Iglesia partidaria de la monarquía franquista. José María organizó grupos de jóvenes en los deportes, la cultura cual paso previo a capacitarlos para la organización y gestión de proyectos sociales.

Les enseñó que no podían quedarse en el lamento sino superar los obstáculos con la acción. "los pueblos crecen en la adversidad y se debilitan en la fortuna". Los jóvenes teminaban su formación a los 14 y muy pocos podían continuar los estudios, entre ellos los hijos de padres que podían contratarlos en la Unión Cerrajera, en la Escuela de Aprendices. El resto engrosaba las filas de simples trabajadores para aprender un oficio mediante la práctica. De su habilidad y la voluntad de los patrones dependía la suerte del joven para acceder a estudios. Ante tal realidad quedaban dos actitudes, la acomodaticia que se daba en los que ya gozaban de confort y bienestar, o la del lamento, por su aciaga suerte de verse sometidos a privaciones de lo más elemental tanto en lo material como en lo social. Ninguna de las dos posiciones agradó al joven sacerdote y les señaló un derrotero nuevo: democracia, solidaridad, autogestión y educación.

Con gran pasión por el cambio José María hizo nacer la Experiencia Cooperativa que ha sido desde entonces el impulso para superar situación dificultosas, y buscando mediante la acción, la solución a los problemas sin esperar que otras personas resuelvan las carencias. La fórmula mágica desde entonces resultó el trabajo solidario.

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